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38 Vida del P. Adoain Misioneros dieron una misión. a petición de los señores del pueblo, que deseaban oírlos, pero desgraciadamente, no obs– tante estremecerse las columnas del templo al oir aquellas verdades eternas, el numeroso gentío, que más bien asistía a. los sermones por la curiosidad ·· de oir cómo se explicaba el predicador, permanecía frío e indiferente sin acercarse al Sacramento de la Penitencia. Por lo cual, creyendo que Dios tenía maldecida aquella ciudad, como había maldfcido la. higuera del Evangelio, amenazóla nuestro fervoroso Misionero con un castigo del cielo, y efectivamente, al siguiente año, el Apure, río muy caudaloso, afluente del Orinoco, salió de– madre más que nunca, se desbordó por toda la provincia, rompió todos los diques, inundó la ciudad de San Fernando, arruinó las calles y se llevó las casas, teniendo que salvarse– la gen:e en unas canoas. Estando aquí, tuvieron otro contra– tiempo, aunque, gracias a Dios, pronto se le dió satisfactoria. solución. Sucedió que hafüindose todavía en San Fernando, recibie– ron un oficio del Gobernador de la Provincia, residente en Achaguas, con fecha 17 de Abril, en que les decía lo siguiente~ «Se comisiona al Juez de paz de Oaribén que reciba el jura– mento de la Constitución a los Misioneros Fr. Guillermo de– Ugar y Fr. Ignacio Fernández, remitiendo inmediatamente a este despacho copia autorizada del acto, con lo que se cl::irá cuenta al Gobierno Supremo, a fin de que disponga el abono de sus sueldos, como se ha servido resolverlo». No parece sino que el Gobierno de Venezuela tenía temor de qne los Misio– neros provocasen un alzamiento que pusiera en peligro la independencia de la patria, conquistada a costa de tanta san– gre, pues más tarde exigió lo mismo del P. Esteban, a meno& que fuera un pretexto para no abonar a los Misioneros la pen– sión que el Comisionado les había asignado en nombre del Gobierno. En vista de este oficio, embarcóse con su compañe– ro el P. Hernani para Achaguas, dejando a los otros dos en San Fernando esperando la contestación, y presentándose a~ Gobernador, hízole ver que lo que se exigía a los Misioneros,
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