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--- -------- Oración fúnebre 413 en la soledad de la noche, entre los árboles de la selva, elevaba su espíritu al cielo en alas de la oración1 jPero qué amargura, qué desolación de espíritu ante el pecador que huye, que llamado no responde, que buscado no se deja encontrar! jQué tormentos en el pueblo que no escu– cha, que no se mueve, que no se convierte! jQué llanto tan sin consuelo ante el cadáver que deja en la tierra una alma que ha partido de este mundo sin que la religión le despida! ¿Qué diría. qué hablaría con Dios el alma del P. Esteban cuando en la soledad. ele la noche rasgaba la disciplina sus inocentes carnes, ofreciendo al cielo la penitencia que le negaban los pecadores~ Grandes, sí, fueron los consuelos del P. Esteban, porque fueron muchos, innumerables los beneficios que derramó entre los pueblos de su apostolado; pero grandes, muy gran– eles fueron también las amarguras de su corazón, muchos y muy grandes los trabajos que sufrió por Nuestro Señm· .Jesu– cristo . Como San Pablo, foé presentado a los poderes ele la tierra; como San Pablo, gimió muchas noches en la obscu– ridad de una cárcel, y como San Pablo, fué extrnñado violen– tamente del pueblo que evangelizaba, no perseguido por las piedras ele sus enemigos, pero atado codo con codo como un criminal. Abanclonado en las costas del Pacífico, arribó tras penosa navegación a la América del Norte y cruzando sus inmensas soledades, saludó otra vez al Atlántico, que se prestó a trasladarle sobre sus olas al Continente patrio. Parecía terminada la carrera del Apóstol: su avanzada edad, sus largas y rudas tareas evangélicas parecían exigir el descanso y el reposo para el celoso Capuchino. Pero el P. Esteban era incansable, y ofrecida ele nuevo ocasión favo– rable, otra vez cruza el Atlántico, evangejza en las Antillas y en el continente, recogiendo nuevas coronas en las batallas del Señor, y derramando bendiciones entre las almas. Dos veces cruzó uno y otro mar; dos veces vié nuevos hemisferios y nuevos mundos; dos veces llevó en sus labios de polo a pol0 la antorcha de la fe. Con las líneas que el Apostolado del

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