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CAPITULO XXV y ÚLTIMO Oración fúnebre Para dar digno remate a la vida grandiosa de este apos– tólico varón, de este nuevo San Francisco Javier, Apóstol de las Indias Occidentales, y cerrar con marco de oro el mal trazado cuadro de los trabajos apostólicos del célebre e in– signe Misionero, cuya vida hemos escrito con más buena voluntad que acierto, nos ha parecido conveniente trasladar aquí la magnífica oración fúnebre que improvisó y pronunció en sus exequias el Sr. Arcipreste de Sanlúcar de Barrameda D. Francisco Rubio, la cual bastaría por sí sola para acreditarle de grandilocuente y sabio orador, si su fama como tal no fuera conocida en toda Andalucía. Creemos que aquellos que aun antes de ahora hayan leído este sermón, han de agradecernos el que lo hayamos insertado en este lugar, pues después de leída su vida, verán más a las claras cuán justificados son los elogios tributados en él al V. P. Adoain, y que lejos de ser superiores a su mérito, acaso le sean inferiores. TEXTO.-In memoria reterna erit justus: ab auditione mala non timebit. El justo vivirá eternamente en la memoria de Dios y de los hombres : no temerá al oír malas nuevas . - (David, Salmo CXI, v. 7) (1). ¡El P. Esteban ha muerto! Esto decía, Excmo. Sr.; con eco fatídico la campana de Capuchinos a las cinco de la mañana del día de ayer. ¡El P. Esteban ha muerto! repetían como tocados de súbita inspiración todos los labios. ¡El P. Esteban (1) Mensajero Seráfico, tomo I, año 1885, pág. 234 y sigs.

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