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402 Vida del P. Adoain En la introducción, pues, de estas memorias, dice este ilustre escritor: «Nuestros lectores tienen ya larga noticia del Santo Capuchino de este nombre, que hace año y medio voló al cielo a recoger las palmas y coronas heróicamente ganadas con la gracia de Dios en la tierra..... (Hace una pe- queña biografía del P. Adoain y prosigue) ..... Estas son, digá- moslo así, las líneas generales de su biografía, dentro de las cuales hay tesoros inmensos de virtud, que no deben quedar ocultos, sino publicarse y propagarse para dar gloria a Dios y ejemplo a los hombres. »Tenemos por dicha nuestra los cuadernos en que el vene– rable Capuchino, de su puño y letra, apuntaba los hechos más importantes de sus excursiones, describía los países que visi– taba, las gentes que conocía. De ninguna manera le puede dar mejor a conocer aquel hombre privilegiado que dando a leer los sucesos de su vida escritos por él mismo, con humil- . dad y sencillez evangélicas. »Al propio tiempo nuestros lectores aprenderán con delicia noticias de costumbres, pueblos, países, plantas y animales desconocidos en Europa; y por sus ojos verán cuanto bien hace un pobre misionero, no sólo salvando almas, que es lo principal y lo único que importa, sino a la historia, a la geo– grafía y a. toda especie de ciencias. »Empecemos, pues. por el cuaderno mt1s antiguo .. ... » Por último, en prueba y como testimonio fehaciente de este nuestro aserto, esto es, de la fama de santidad en que murió el Siervo de Dios, creemos suficiente insertar a conti– nuación los grandísimos elogios que un ilustrado orador tribu– tó a nuestro P. Esteban en las honras fúnebres que se cele– braron en Sanlúcar de Barrameda, como verá el que lea el capítulo siguiente .

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