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382 Yida del P. Adoain mento de la Penitencia. Calcúlase próximamente el número de personas que han comulgado en más de 2,150. habiéndose coronado con tan feliz éxito los esfuerzos de los celosísimos Misioneros, cuyas palabras de salud jamás se borrarán de la memoria de los hijos de Lora ... » En la última misión, que fué la de Fuentes, predicó el cuarto día un largo y fervoroso sermón, y fué tal el ardor con que combatió este vicio impío y diabólico, que, exhortando al auditorio, con el crucifijo en la mano, a que abandonase para siempre tan nefando pecado, dijo: «Si todavía no os resolvéis a dejar la blasfemia, os lo pediré de rodillas»; y en ei acto se hincó de rodillas. Sería necesario haber presenciado este acto para formarse idea del sorprendente efecto que este sublime voto de fervor produjo en aquel auditorio de más de cuat1·0 mil almas, que fué de un llanto general en todos. Bajó del púlpito sumamente agitado, y atacado de unas fiebres tan terribles que fué preciso llevarlo inmediatamente a la cama y administrarle al siguiente día el Santo Viático por prescripción facultativa; y si bien pronto desapareció el peligro y pudo ser trasladado a su convento de Sanlúcar, en donde después de una larga convalecencia consig·uió una curación relativa, empero nunca le cesaron por completo las fiebres, ni se restableció completamente, llevándole esta misma enfermedad al sepulcro al siguiente año. Los ejercicios que se hacían en estas misiones eran: l.º La Misa del alba, el ofrecimiento de obras del cristiano, explicación de los Misterios de la Misa, y a continuación un punto doctrinal, de media hora, sobre los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia. 2. º A las once, ejercicio a los niños de comunión, preparándolos para la confesión y comu– nión, y al sexto día, la Comunión general, siendo de advertir que estos ejercicios eran en Andalucía muy del agrado del pueblo, por lo que concurría muchísima gente. 3. º El ejercicio principal era por la noche, empezando por la salida de los Misioneros, de la casa donde se hospedaban a la iglesia, con asistencia de todo el pueblo y cantando el A misión os