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380 Vida del P. Adoain Cuevas Altas, villa de seis a siete mil almas de la provincia de Málaga, se presentó en Antequera suplicando encarecidamente que nuestros Padres fueran a dar una misión, y allí se trasla– daron dando principio a ella el día 8 de Junio y terminándose el 19. A pesar de haberse dado comienzo a la siega de cerea– les y de ser un tiempo de tanta ocupación y trabajo, todo el pueblo acudía a los actos de la misión, hasta el punto de ha– cerse necesario predicar en la plaza por el numeroso concurso de gentes que de los pueblos inmediatos acudían a aprove– charse de tan buena ocasión. Las Comuniones distribuídas fueron unas 5,000, y da una idea del fervor que se apoderó de las gentes el hecho de haber habido jornaleros que perdieron su jornal por do3 días seguidos, para lograr la paz de su alma en el tribunal de la Penitencia. Las otras misiones de que tenemos noticia y que predicó en Andalucía, fueron en Lebrija, ciudad de la provincia de Sevilla, en el mes de Mayo del siguiente año de 1878, en que tuvieron lugar 1,80;:i comuniones; en Paradas, también pertene– ciente a la misma provincia, en el mes de Enero del aüo 1879, distribuyéndose 1,903 comuniones; en Aracena, donde fué tan g·rande la conmoción y el fervor de las gentes del pueblo y de sus inmediaciones, que a las dos de la madrugada se hallaban obstruídas por multitud ele personas las avenidas del templo y se distribuyeron 4,000 formas; en Lora del Río, en el mes de Febrero del mismo año, con 2,150 comuniones, y en Fuentes, en el mes ele Marzo ele este mismo año 1879, alimentándose con el Pan ele los fuertes 4,500 almas. Contaba a la sazón 71 años de edad, mas no por eso se ha– bía clisminuído su celo por la salvación de las almas, antes se conservaba tan vivo o más que cuando joven, y si los medios ordinarios empleados en las misiones no eran suficientes para mover a los pecadores, echaba mano de los extraordinarios, según le sugería su ardiente celo y su consumada prudencia. Esto sucedió en la misión ele Lora del Río, en donde como viera que, estando ya para terminarse la misión, no se notaba conmoción ni movimiento alguno en los oyentes, sino gran

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