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Sn apostolado en Veneznela 31 mas el Señor le tenía reservado para ser sn apóstol, y así, al poco tiempo pudo emprender la marcha al lugar que se :le había designado . Tuvo además otro contratiempo para su celo apostólico. Como los religiosos y sacerdotes que iban a hacer de párrocos no fueran suficientes para proveer las muchas parroquias que estaban abandonadas y sin cura alguno, el Gobierno , en inteli– gencia sin duda con el Sr. Arzobispo, quiso que fueran a ejer– eer de párrocos en los pueblos civilizados, dejando las misiones de los indios salvajes . Opusiéronse a ello los misioneros di– iCiendo que los Capuchinos habían sido enviados a Venezuela ' por sus Superiores para la redención de los salvajes y no para regentar parroquias, y que estaban dispuestos a regresar a Eu– ropa antes que quedarse de párrocos. Sin embargo de esto, el Ilmo. Sr, Arzobispo D. Ignacio Fernández Peña, los destinó a diferentes curatos de su Arzobispado, a fin de que fueran acli– matándose poco a poco antes de pasar a la tierra de los indios salvajes, a donde debían ir en cumplimiento de su misión, en razón a que el tal país era muy malsano y no encontrarían qué comer sino frutas silvestres y otros manjares que no po– drían digerir, exponiéndose seguramente a contraer alguna gravísima enfermedad, y aun a perder la vida. Tocóle en suerte a nuestro P. Esteban la parroquia de Parapara, donde en los pocos meses que estuvo sirviéndola, se hizo admirar por su inquebrantable celo y continua laboriosidad en la salvación de las almas, logrando transformar enteramente al pueblo, corno luego veremos. Antes vamos a hacer una breve relación de la histo1·ia de la República desde el año de 1810 hasta el de 1843, para que los lectores se formen alguna idea del estado de desmoralización en que había venido a parar el pafa donde nuestro P. Esteban iba a ejercer su Apostolado, sirviéndonos para ello de los datos que nos suministra él mismo en sus apuntes . ..
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