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-30 Vida del P. Adoain P. Esteban con los restantes se embarcó de nuevo para La ·Guaira el día 12, llegando a dicho puerto el 15. Aquí desem– barcaron como en Cumaná y del mismo modo que allá, se diri– gieron a una Iglesia de Nuestra Señora, a fin de dar gracias a Dios por los beneficios recibidos en tan larga travesía. Al día -siguiente arribó otra expedi ción de misioneros Capuchinos y de individuos de diferentes Ordenes relig·io·sas, que se habían hecho a la mar en Burdeos, casi al mismo tiempo que los de Marsella. A pesar de que, como hemos visto, iban llamados por el -Gobierno , no encontraron en el pueblo la favorable acogida -que fundaclamente era de esperar, razón por la cual las auto- ridades se opusieron a que los misioneros hicieran arra en– trada solemne en Caracas , capital de la República , como lo habían hecho en Cumaná y en La Guaira, causando esta me• dida no poca sorpresa en los misionnos , los cuales tuvieron -que entrar en la ciudad como rersonas particulares. A primera vista parece esto una chocante anomalía, dice uno de los biógrafos del P. Esteban (1): pero no lo es si se atiende a que los odios contra los españoles eran todavía entonces muy vivos, y a que estos odios eran hábilmente explo– ·tados por El Venezolano , periódico que se publicaba en aque– lla capital , el cual, desde bastante tiempo atrás, venía haciendo una odiosa campaña contra los misioneros, acusándolos de toda -clase de crímenes, de haber tenido parte activa en la guerra -civil de España, etc., y presentándolos al pueblo como un peligro para la independencia de la nación, ni más ni menos -que si se tratase de las expediciones mandadas por Morillo, Monteverde y Robés. El cambio de clima causó en un principio gran impresión en el P. Esteban , por lo que contrajo una enfermedad tan peli– gTosa en Caracas, que a no haberle cuidado con tanto esmero 'los señores de Larrazábal, hubiera sucumbido sin duda alguna -a la violencia de la enfermeciad y t ermina do aquí su carrera; (1) Boletín eclesiástico de Pamplona.