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350 Vida del P. Adoain hora de tiempo para preparar sus cosas y disponerse a la par– tida. Apenas tuvieron tiempo los religiosos más que para tomar el breviario y algunos pocos objetos de los que tenían para su uso, y cargando cada uno su pequeño equipaje sobre sus hombros, abandonaron aquel santo retiro para nunca más volver a él, y en medio de un verdadero cuadro de bayonetas fueron conducidos como criminales al antiguo palacio del Pre– sidente de la República situado en la plaza mayor de la ciudad, guardando todos, religiosos y seglares, religioso y significa– tivo silencio. Los 39 capuchinos pasaron aquella noche en un salón es– pacioso, sin más abrigo que el desnudo suelo, sin más luz que una bujía colocada en un ladrillo. Si para los inocentes reli– giosos fué aquella una noche de sufrimientos y de amargura, no lo fué menos para la ciudad de la Antigua, pues no se deja sin dolor lo que se posfle con amor, y en la medida del amor que tenían a los capuchinos, así aumentó su amargura, que fué indecible. A los pocos instantes había corrido ya por la ciudad tan infausta noticia a manera de un reguero de pólvora, y todos despavoridos y sobresaltados, salieron por las puertas y venta– nas de las casas a la calle, e iban corriendo de un lugar para otro, indagando noticias de sus amados Padres espirituales. Sabedores de la triste situación y de la extrema necesidad en que se hallaban, a las pocas horas se presentaron en la cárcel ofreciéndoles ropa, calzado, viandas y limosnas para el viaje, transido el corazón de pena por no poder hacer otra cosa en su favor. tQuién será capaz de describir los ayes, lamentos, lloros y gritos de la casi totalidad del pueblo en aquella nochet Al día siguiente, a las ocho de la mañana, debía verificarse la salida de los Misioneros, y para esta hora había ya reunidas en la plaza, frente al palacio-cárcel, 12,000 personas, que debían ser testigos de un espectáculo tan triste y desgarrador para quie– nes tanto amaban a sus Padres. El jefe dA la fuerza, obede– ciendo indudablemente órdenes superiores, tomó las medidas y precauciones más rigurosas a fin de evitar un levantamiento

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