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Su apostolado en la Amé1·ica Cenfral 349 de Agosto, esto es, al poco tiempo de entronizada la revolución, se había dictado la orden de expulsar a los mismos, sino por temor a la imponente manife~tación que hizo la ciudad sabe– dora de esta orden, presentándose más de 5,000 personas ar– madas a fin de impedir tan sacrílega disposición, lo que obli– gó al Gobierno a suspender el decreto y esp~3rar tiempo a propósito para una sorpresa. Tal era la estimación y veneración en que eran tenidos los nuestros por el pueblo de Guatemala, debiéndose sin duda gran parte a las relevantes cualidades religiosas y apostólicas de Aste insigne Apóstol. Desde esta ocasión, alarmado el pue– blo de la Antigua, solía vigilar por los alrededores del Con– vento, hasta que oía tañer la campana a maitines a media noche, persuadidos sin duda de que la expulsión de los Capu– chinos no podía verificarse a la luz del día, sino sólo a favor de las sombras de la noche, y a esta hora se retiraban creyen– do salvos a los Padres. Mas sea que se hubiesen cansado de vigilar inútilmente por tanto tiempo, sea, lo que es más fácil de creer. que pensasen que el Gobierno había desistido de su primer propósito, y, por tanto, seguiría no molestando a los Capuchinos, lo cierto es que de algún tiempo a esta parte dejaron de rondar y vigilar ror el Convento, lo cual no pasó inadvertido para los impíos. En efecto, el día 7 de Junio de 1872 salió una orden secre– ta del Gobierno concebida en estos términos: «El Gobierno Supremo provisorio, por razones de alta política ha resuelto la expulsión de los Padres Capuchinos de la Antigua. Hoy viernes ha salido de esta capital una fuerza armada con orden de sacarlos de aquella ciudad y conducirlos a la frontera meji– cana.» El mismo día a las ocho y media de la noche se pre– senta en el convento el Coronel Don Valerio Irungaray, man– dando la fuerza militar encargada de dar cumplimiento a la referida orden; llama a la portería, pregunta por el Superior, y como el P. Guardián se hallase indispuesto, baja en su lu– gar nuestro Padre Esteban, a quien comunica verbalmente la comisión que traía del Gobierno, dándoles naé!.a más que una

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