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346 Vida del P. Adoain Sea de estos hechos lo que se quiera, una cosa nos demuestran, y es la atmósfera de virtud y santidad en que se desenvolvía la vida de este Misionero, entre propios y extra– ños. El mismo religioso nos refiere el siguiente caso que oyó ele labios de personas muy fidedignas. Es muy curioso, por cierto, y nos revela que el Señor había concedido a su siervo el don de conocer los pensamientos y las intenciones más ocultas del corazón. Érase un joven disoluto y amancebado, a cuya cómplice en los extravíos y mala vida había convertido en una de sus misiones. Queriendo éste vengarse del Misio– nero, concibió la extravagante y diabólica idea de quemarle su luenga y hermosa barba luego que bajara del púlpito. Termi– nado el sermón, se dirige el P. Esteban po_r entre el auditorio a donde estaba el mal intencionado, y tom,mdo la barba con la mano se la presenta y le dice estas palabras: «Aquí la tienes, quémala; pero conviértete y salva tu alma. » Atónito quedó el joven viendo que no se le ocultaba su mal pensa– miento, el cual a nadie había descubierto, y todo confuso y avergonzado echóse contrito a sus pies diciendo: «Padre, confiéseme, que también yo quiero salir de mi mal estado .. » ¡Lástima grande por cierto que no se hayan recogido y anotado todos los hechos admirables de esta naturaleza que .de este siervo de Dios se referían como obrados, sobre todo en aquellas apartadas regiones! V Terminado su trienio, el año de 1871 celebró el Capítulo y quedó librt' de su prelacía. No eran a la sazón las circunstan– cias muy favorables y muy oportunas para la convocación y celebración de dicho Capítulo, pues a últimos de Junio ele este año había triunfado ya la revolución de Barrios en Gua– temala y el Salvador, siendo, por tanto, perseguidos y puestos en fuga el religioso Presidente de la primera y sus Ministros, expulsados los PP. Jesuítas y aguardando de un

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