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Su apostolado en la Améi·ica Cenfral 343 --------- donde daba misión, y además, que propusiera al mismo Gobier– no, cuanto antes, las medidas que creyera oportunas y que dehieran adaptarse para afianzar más y más el restablecimiento del orden. Así, con fecha 9 de Mayo, cuando ya nuestro Misio– nero se hallaba en el ejercicio de su delicado ministerio, tanto el Sr. Ministro de la Gobernación, como el Sr. Presidente, le escribieron gue pudiara el P. Adoain conceder el perdón a todos los facciosos que, acogiéndose a la misión, imploraran indulgencia por su medio, con tal que no hubiese alguna otra circunstancia agravante. Fueron muy pocos los que por este motivo debían ser exceptuados, pues no fué permitido al Padre perdonarlos, por lo que no pasaron de cinco. También esta vez el éxito más completo coronó sus trabajos apostólicos, pues los indios conocieron sn error y engaño, se reconciliaron con Dios por medio del Sacramento de la Penitencia, y con el Gobierno por medio de nuestro Misionero, a quien pidieron perdón, quedando convencidos de que, además de dar a Dios lo que es de Dios, como dice nuestro Divino Maestro, debían dar al César lo gue es del César, obedeciendo y respetando al legitimo Gobierno, con lo cual volvió a reinar la paz en la República. Habiendo regresado a su convento, se apresuró a cumplir el último encargo del Gobierno, escribiendo al efecto al Sr. Presidente, D. Vicente Cerna, y dándole cuenta en la carta de los felices resultados obtenidos en tan difícil, espi– nosa y laboriosa misión, e indicándole al mismo tiempo los medios que el gobierno debía adoptar, según su parecer, pa1·a que la paz no se alterase en lo venidero, y entre otros, uno, que el mismo Sr. Presidente reconoció ser el más impor– tante y acaso el ünico eficaz, gue era el hacer que los curas aprendiesen la lengua de los indios, pues la influencia del cura entre ellos no podía ser muy eficaz debido a que los indios ignoraban el español y los curas desconocían el idioma de los indios. Por lo cual, en carta fechada el 15 de Julio de ese mismo año, decía el Sr. Presidente a nuestro Misionero serle sumamente satisfactorio ver el buen éxito que tuvo la misión, y que abrigaba la firme esperanza de que los esfuerzos

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