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Su apostolado en la América Cent1·al 337 vocales que se hallaba presente al acto, acompañando sus súplicas con grandes sollozos y lágrimas para moverlos a com– pasión; mas como los vocales conocían muy bien qne aquellas lágrimas eran hijas de la humildad y la mejor prueba de haber acertado en la elección, se mostraron inflexibles, y en vez de atender a su renuncia, le obligaron a aceptar el cargo. Ante tal actitud del Capítulo, no tuvo más remedio que rendirse y tan obediente como humilde, aceptó el cargo y se conformó con la voluntad de Dios manifestada claramente en aquella ocasión como lo había hecho en los trances más amargos de su vida; así, en calidad de Comisario, presidió el Capítulo hasta la terminación. Después de celebrado el Capítulo, el P. Comi– sario con sus asistentes, hizo la designación de familias para los dos Conventos que por entonces tenía el Comisariato, y señalaron a los religiosos el cargo o empleo que cada uno debía desempeñar en la Comunidad. En esta ocasión fué cuando se designó la primera Comunidad formal para el con– vento de Santa Tecla, cuya inauguración se habia hecho aquel mismo año, como queda referido, siendo los primeros supe– riores de ella el P. Pedro de Llisá, Guardián, y el P. Serafín de Arenys de Munt, Vicario. Fué tal la alegría de la población de Santa Tecla al saber que se establecía una Comunidad for– mal, que salió a recibirla a media legua de distancia con grandes demostraciones de afecto y regocijo. No la recibió con menos afecto y regocijo el Ilmo. Sr. Obispo de la Repú– blica, que había visto muy de cerca los resultados que habían dado en su diócesis las misiones de los Capuchinos, y en par– ticular las del P. Comisario. El Presidente de la República se ofreció a prestarles toda la ayuda conveniente. Se estable– ció en este Convento la observancia regular, del mismo modo qne se seguía en el convento de Guatemala, con la sola di– ferencia de que los maitines se rezaban, en un principio, a las cuatro de la tarde, por la escasez del personal. Al año siguiente de 1869, se puso curso de Teología Moral, siendo nombrado lector el P. Lorenzo de Mataró, con lo cual nuest::-o P. Esteban tuvo el consuelo de ver establecida una Comunidad de estu- dios en el convento por él edificado. 22

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