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Vicla del P. Adoain -contra los misioneros, diciendo que iban éstos cargados de armas de fuego, y aun blancas, con el fin de asesinar al capitán y a los marineros, y que aquella misma tarde había habido entre ellos una reyerta, etc., todo lo cual desmintió inmedia– tamente el virtuoso Capitán M. Santiago Rubión. De este señor y ele los marineros, hace nuestro misionero en sus apuntes grandes elogios, afirmando del primero que fué como una ma– dre cariüosa con los Padres, y de los marineros que se porta- .ron durante la travesía como unos religiosos, sin que ni con ,sus palabras ni con sus obras causaran la menor molestia a los misioneros. II El día 26 de Mayo, en aquel año festividad del Corpus, des– pués de celebrado a bordo el santo sacrificio de la misa, se hizo el buque a la vela, siendo saludados y despedidos por los •demás que se hallaban en el puerto a corta distancia. La tra– vesía fué felicísima, y aj uzga r por la vida que en el barco se hacía, hubiérase dicho que antes era un convento levan– tado en las aguas del Océano que un barco surcando los mares. El horario y método de vida que observaron fué en lo posible en un todo conforme con el que se guarda en nuestros conventos. A las cinco de la mañana se levantaban al son de campana, luego subían todos al puente a lavarse y asearse; al ,toque también de campana, bajaban al interior, donde se reza– .ban las letanías de los santos con sus correspondientes oracio– nes, y a continuación, media hora de oración mental sobre un punto del P. Luis de <1ranada. Terminada ésta, íbanse a des– ayunar con café, te o chocolate, después de lo cual rezaban en común las cuatro horas menores, quedando lo restante del tiempo, hasta la hora de comer, libres para poder dedicarse -cada uno a aquellas ocupaciones que fueran más de su agrado o más convenientes. Los unos cosían la ropa, otros hacían ,rosarios, éstos se eiercitaban en el canto, aquéllos leían, estu– -diaban, componían sermones y los aprendían, evitando de

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