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Su apostolado en la América Cent1·al 333 entró nuestra Divina Pastora a tomar posesión de esta iglesia. Se pronunció en su elogio un panegírico, y concluído, entró el i':eñor Obispo con la población entera en el convento, y re– vestido de hábitos pontificales, se dignó bendecirla. Era tal el placer y alegría que en todo su semblante manifestaba que no quiso dejar ni celda ni rincón sin rociar con agua bendita. »Llegó, en fin, el día 1. º de Marzo, día memorable para Santa Tecla, pero mucho más para nosotros. Era por cierto digno de admiración vee que las calles y plazas se hallaban apiña– das de gentes que no cesaban de llegar de todas partes. Serían cerca las nueve, cuando el estruendo del cañón y la música marcial anunciaron la llegada del Excmo. Sr. Presi– dente. Hechos los repiques solemnes con las campanas de la Parroquia, se presentó S. Excma. acompañado del Sr. Gober– nador y del Ayuntamiento cou la parte más selecta de la ciudad. El Sr. Obispo tomó en sus venerables manos el San– tísimo Sacramento, y como por la debi lidad de sus pies no podía caminar, fué llevado en un cochecito manual y el Excmo. Sr. Presidente llevaba el guión. Desde el momento que Su Divina Majestad asomó a la puerta, el pueblo se postró en tierra, y la banda militar, que por orden del Sr. Presidente había llegado de la capital, rompió una marcha majestuosa, casi igual a la marcha española o marcha real, la que no cesó hasta que entró en la iglesia. No es posible decir o describir en pocas palabras el contento, placer y alegría que en este día manifestaba esta población. Así desde la víspera lo demostra– ban sus hechos. Luego de haber llegado, se expuso el San– tísimo en una hermosa custodia, que fué de los Francisca– nos Observantes, y ahora está a nuestro uso, celebrando la Misa el P. Bernardino, según nuestro 1·ito, que es el romano, y presidiendo S. S. Ilma. »Concluído el sermón que se predicó en acción de gracias, se anun~ió al pueblo que en aquella misma tarde se daría principio a una misión de quince días. Si grande fué la con– currencia a la traslación, mucho más numerosa ha sido du– rante la misión. Se han visto llegar las gentes, no sólo de

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