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322 Vida del P. Adoain »Pues en medio de esta Sodoma y Gomorra tenía el Señor una pequeña grey en quien se complacía. No sólo en las aldeas se encontraban almas buenas, sino en la misma villa . donde estaban entronizados los más horrorosos crímenes, se hallaba un número de almas escogidas, es decir, castas, puras y fervorosas, tanto entre casados como entre solteros, las cua– les se conservaban rodeadas de las llamas, como los tres niños del Horno de Babilonia. A estas almas llamaban los libertinos por mofa beatas. »No hay duda que estas almas aplacaban, como otro Moisés, las justas iras de Dios. No hay duda que estos sus continuos rueg·os serían oídos por el Padre de las Misericordias, como lo prueban bien los efectos. »Porque conociendo, tanto el Párroco como las autoridades, que tan solamente una santa misión podría poner remedio a tamaños males, la solicitaron el año 64, estando nosotros en la misión de Sonsonate. Como no pudo verificarse por enton– ces, nuevamente la pidieron en el año 66. Estando todo pre– parado para la marcha, me acometió una repentina enferme– dad que me puso al borde del sepulcro. El año 67, reunidos en sesión extraordinaria, el día 7 ele Enero, el Párroco, el Goberna– dor y la Municipalidad, con lo más selecto de la villa, y a nom– bre de los pueblos, reiteraron la solicitud, manifestando en ella los sentimientos más puros y religiosos, con una esperanza llena de la más viva fe, que tan solamente con la santa mi– sión podrían desaparecer los vicios y plantarse las virtudes cristianas. Como portadores ele la petición fueron comisionados un Senador y dos Diputados de la Asamblea. ¿Satisfaciéronse al fin por entonces tantos y tan repetidos empeñosf No, sin duda porque la manzana no estaba sazonada. En efecto, el mismo día 7 de Enero, estando en la obra del convento, sufrí una caída, por cuyo motivo no pudo emprenderse la marcha hasta Mayo. ¡Oh, cuán incomprensibles son los juicios de Dios. Pero si tanto trabajaban los buenos para llevar la misión, no dormían los malos, los escandalosos, los libertinos, los incrédulos, para es– torbarla, y por esto, estando ya los Misioneros en camino hicie-

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