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CAPITULO XX Su apostolado en la América Central (1867 a 1868) I. Célebre misión de Chalatenang·o.-Descripción de la inmoralidad que reinaba en esta ciudad,-II. Almas justas que aplacaban la ira de Dios.-III. Entrada de la misión en Chalateuang·o.-IV. Frutos mara– villosos obtenidos en la misión.-Y. Un suceso extraordinario.-VI. El pueblo tributa una cariñosa y entusiasta despedida al Misionero.– VII. El señor Obispo da las gracias al P. Esteban.-VIII. Inauguras ción del convento de Santa Tecla y misión en esta ciudad. I De muy buena voluntad vamos a ceder la palabra al Pa– dre Esteban, quien envió al P. Guardián de Guatemala una extensa relación de la misión que predicó, acompañado del P. Bernardino de Capellades, en la ciudad de Chalatenango, la cual no es menos célebre que la predicada en San Salvador, sino que corre parejas con ella, ya por su duración, ya tam– bién por su importancia y por los sucesos extraordinarios y sobrenaturales que en ella ocurrieron en multitud de perso– nas, a la faz del mundo entero, siendo estas dos las que más resonancia tuvieron de cuantas dió en su vida. He aquí lo que escribía desde Santa Tecla con fecha 23 de Agosto del año de 1867 acerca de la misión que poco tiempo hacía había predicado en Chalatenango, y que, como la ante– rior, duró dos meses. Dice así: «Para conocer bien los frutos que la divina gracia ha obte– nido por medio de la santa misión, es preciso saber cuáles eran los vicios que dominaban a la masa del pueblo antl:ls de entrar la Divina Pastora . Chalatenango es una villa de mucho renombre, por la grande feria que celebra en la fiesta de Todos los Santos, a donde concurren los comerciantes a hacer las compras de añil, no sólo de Centro América, sino también de

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