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316 Vida del P. Adoain se con la misma docilidad; y Dios obraba con su divina gra– cia cosas grandes en sus corazones. Las divisiones que había entre casados han desaparecido, y reina en ellos la paz y la armonía. Los divorciados envejecidos se han pedido perdón, uniéndose de nuevo. Los amancebados escandalosos y encane– cidos en sus malas y desastrosas costumbres, se han casado. »Hombres y mujeres de 40, 60, 70 y más afí.os encenagados en la más depravada vida, han salido del infame pecado, dando mil gracias a Dios, a la Divina Pastora y a la santa misión. »Para el día de San Pedro se anunció la Bendición Papal. Si siempre fué numeroso el auditorio, este día sobrepujó a todos. La Comunión general se verificó por la mañana, siendo solemnísima, ya por la Misa cantada, ya por la afluencia de concurrentes a la Santa Mesa, ya también por las hermosas piezas que se tocaron y cantaron durante la santa Comunión. VI »El día 30 a las cuatro de la rr.añana se hallaba la Catedral atestada de fieles devotos de la Divina Pastora, que por última vez iban a despedirse de tan piadosa bienhechora, más con los sollozos y llantos que con palabras. A las seis, enarbolado el estandarte al pie del altar mayor, se entonó el «No te vayas, Madre ..... » A esta tan tierna despedida se levantó un grito ge– neral entre hombres y mujeres, grandes y pequeños, de modo que no podían ni tenían aliento para repetirlo. ¡Oh, qué espectáculo tan cristiano! Comienzan los Padres Misioneros a caminar, pero las gentes agrupadas alderredor gritan, lloran, se lanzan sobre ellos queriéndolos abrazar, Sale, en fin, nuestra Pastorcita de la Catedral, pero se encuentra con mayores difi– cultades fuera. El espacioso atrio, la gran plaza, las calles todas se ven atestadas de espectadores de todas clases y condiciones que apenas dejan paso. Más de 15,000 almas acompañan esta vez a la Pastorcita María Santísima. Si por aquellas mismas calles entró dos meses antes, en medio de un
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