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Su apostolado en la, América Cent1·al 313 rr >>El mismo 16 por la tarde, momentos antes de subir al púlpito, ncs avisaron lo sucedido en San Miguel; mas sin haber dado a entender cosa alguna, se siguió la misión. Corrió la voz de que la santa misión iba a retirarse, por lo que varias personas fueron a preguntárnoslo, entre ellas el Gene– ral Sr. Choto (D. Ciriaco), que conocía muy bien la necesidad, por lo que quiso saber si era verdad lo que se decía. Como conocimos que era un enviado del Gobernador, le contestamos que entonceic más que nunca considerábamos necesaria la misión para conservar el orden. Entonces, pues, ya no pudo disimular, y :lando las gracias, dijo «que la santa misión había deshecho la :empestad; que ha":Jía desarmado los ánimos dis– puestos a dar el golpe; que a no haber sido por la misión, se habrían visto bañadas en sangr~ las calles y plazas de la ciu– dad; que el p:an era robo y sangre»; todo esto lo repitió cuan– tas veces nos visitó después. En estas mismas palabras se expresó el Sr . Provisor, y aun más largamente. Así también han hablado todos los individuos del clero; así piensan los ricos y los pobres, los grandes y los pequeños. En una pala– bra, esta es la voz de toda la República. »Pero sobre todas estas auto:-idades, la que hace más peso, en mi conce¡;to, es la del Presidente Dueñas y sus Ministros. »Cuando :iicho señor habló conmigo, se manifestó muy agradeciJo y satisfecho de los copiosos frutos de la santa misión, y del cambio de costumbres que observaba. Conven– cido por lo mismo que estaba viendo, habló de los bienes que procuran a h humanidad y a la verdadera ilustración los buenos sacerdotes; pero sobre todo, las comunidades religiosas que se dedican a las santas misiones. Manifestó que cual– quiera Gobie:no que se meta a usurpar los derechos de la Iglesia, cae: y que si alguno quisiera gobernar sin clero que mantenga la Religión, se engaña. Y puedo decir que hablaba

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