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306 Vida del P. Adoain gría y contento que causó en todos la noticia de la llegada del P. Esteban y de la misión que llevaba de fundar el Convento, basta decir que el Ilmo. y dignísimo señor Obispo, acompa– ñado de toda la ciudad de Santa Tecla, salió a esperarle y recibirle a cuatro leguas de distancia, con grandes muestras de júbilo. Viendo nuestro P. Esteban que el local cedido por el Ilmo. señor Obispo no era el más apropósito para la funda– ción de un Convento en el que se había de seguir la obser– vancia regular, como en el de Guatemala, por hallarse situado en una plaza que había en medio de la ciudad, y además, junto a la iglesia Parroquial, expuso esta dificultad a S. L quien, haciéndose cargo de ella, les cedió una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Carmen, que se hallaba en un ángulo de la ciudad y el terreno contiguo a ella, y allí se edificó un convento de nueva planta, que se inauguró trasladándose a él los religiosos el año de 1868 como veremos en ·su lugar. Aunque de paso, hemos de hacer notar que la fama de este Misionero se extendió también por la República de Honduras, y esto en tanto grado que el Ilmo. señor Obispo de dicha Repú– blica D. Fray Juan de Cepeda, y el Gobierno de la misma ele– varon una instancia al P. Guardián del Convento ele Guatema– la, suplicándole la fundación de una Residencia o Casa Misión en luirar de infieles; mas no fué posible al Superior satisfacer a tan santos deseos, sino que se limitó a ofrecerles que cuando los Misioneros estuviesen dando misiones en los pueblos del Salvador limítrofes a los lugares de infieles de la República de Honduras, podían entrar a dar misión en dichos lugares. Durante los tres años que tardó en construirse el con;ven– to, los Capuchinos se hospedaron en el Palacio o Seminario del señor Obispo. V Al poco tiempo de haber arribado a Santa Tecla, empezó su apostólico ministerio dando una misión en la dicha ciudad, como en acción de gracias por la buena acogida que la fun-

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