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Sn apostolado en Venezuela. 25 A este efecto, reunidos en Congreso los representantes de la nación, comisionaron al Presbítero D. Manuel Alegría, Senador ele la misma, para que en nombre del gobierno pasara á la Ciudad Etema con el fin de arreglar los negocios pendientes entre la Santa Sede y la República de Venezuela, y pedir al mismo tiempo a Su Santidad el Papa Gregorio XVI ( de feliz memoria) el envío de treinta misioneros capuchinos -españoles , para la reclucc,ión de los indios salvajes, y hasta cien Sacerdotes más, regulares o seculares, para servir las pa– rroquias, en su mayor parto abandonadas. Por el mes ele Marzo del año de 1842, llegó a Roma ol Señor Alegría, presentándose a) Sumo Pontífice con la misión que traía . Dejo á la considera– ción de los lectores el formarse una idea de la sorpresa, admira– .ción y gozo que causaría en el Soberano Pontífict, semejante demanda; solamente consignaré que, según se dice, grande– mente conmovido, levantando sus ojos al cielo y dando gra– eias a Dios, exclamó con el Apostol S. Pablo ¡O altitudo divi– tiarum Sapientice et . scientice .Dei! ¡ qua ni incom2irensibiUa sunt judicia ejns et invest~qabiles vice ejns! Llamado a presencia del Padre Santo el Rmo. P. Fermín de Alcaraz, Comisario Apostólico de las Provincias suprimidas ele España con residencia en Roma, para sor in formado de la petición de la República de Venezuela, oyó de labios del Pon– tífice esta pregunta. «¿,Podrás enviar treinta Misioneros Ca– puchinos españoles a la República ele Venezuela?»-«Beatísimo Padre, respondióle el P. Alcaraz, estoy firmemente persuadido de que no sólo se podrán enviar treinta, sino muchos más .»– «Pues bien, prosigue el Papa, quedas encargado de que se envíen los treinta misionel'OS.>> Bien podía expresarse en esta forma el P. Comisal'io, pues un año antes, esto es, en 1841, a una simple insinuación del Papa, se habían ofrecido treinta y dos Capuchinos de los quc estaban en Italia para las misiones de Filipópolis y Río de Janeiro, si bien por contratiempos que sobrevinieron, no se llevó a cabo la proyectada expedición, ha– biendo partido sólo unos pocos a las Misiones de Constanti!lopla. Efectivamente, muy pronto se encontró el P. Comisario con la

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