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Su apostolado en la América Central 275 en que se daba esta misión, que era una enramada, pues el fruto cosechado en ella era increíble a no verlo con sus pro– pios ojos. Y no es de maravillar, pues vernos que así como se ha com– placido siempre en servirse de personas humildes para obrar grandes maravillas, así también, para este mismo fin, esco– gió lugares humildes corno la Cueva de Belén y el monte Calvario. Los frutos fueron 3,250 comuniones y 108 matrimonios. Por las noches y por las mañanas pedían algunas señoras limosna en la puerta de la iglesia para la reedificación del templo; se recogieron 326 pesos. Dieciocho días duró esta misión; dióse el 2 de Mayo la Bendición Papal, como último acto de la misma, y a él asistió extraordinario concurso de gente, cuyas lágrimas, so– llozos y llantos, según parecer de nuestro Misionero, nadie es capaz de pintar al vivo. Si bien el concurso y conmoción de las gentes fueron extraordinarios, no faltaron algunos rebeldes que no se apro– vecharon de la misión, aunque no impunemente, pues no pu– dieron escapar a los rigores de la Divina Justicia. El Ayunta– miento de Asunción Mita refirió al Padre dos sucesos que atribuían a castigo del cielo, y así parece indudablemente. Fué el primNo que el mismo día en que entraba la misión en el pueblo, salieron dos amancebados con dirección a la veci– na República del Salvador, sin duda con el intento de huir de la misión para no verse obligados a dejar su mala vida, lo cual era casi necesario hacer, para no quedar al descubierto, viendo el gran movimiento que en ella había. Sucedió que al llegar al valle llamado de Santiago, los dos cayeron repentinamente muertos. El otro caso fué que un amance– bado que despreció la misión y se mofó de ella, subió a un árbol del cual cayó, muriendo allí mismo sin tiempo para nada. De aquí pasó a dar la Misión de Jupiltepeque, que era un agregado de la Parroquia de Jutiapa, de la que dista unas '

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