BCCCAP00000000000000000001226

Sii apostolado en la Amé1·ica Central 271 los que le acompañaban cánticos a su amada Pastora, y luego de llegar, predicó nuestro Misionero el sermón de apertura. Difícil y ardua en extremo era la empresa que acometía este apostólico varón, la cual no era otra que la de pacificar aque– llos espíritus y hacerlos sumisos a las autoridades legítimas de la República, conforme a lo que dice el Apóstol San Pablo a los romanos (1): «Omnis anima potestatibus sublimioribus subdita sit; non est enim potestas nisi a .Deo»; y extinguir en sus corazones el odio y espíritu de venganza. Con todo, la eficacia que dió nuestro Señor a la predi– cación del buen Misionero fué tal, que apenas empezada la misión, reconocieron el error que habían sufrido, se desenga– ñ aron de sus diabólicas preocupaciones contra la Autoridad Suprema de la República, lloraron con amargura su yerro y ceguedad, se pidieron perdón públicamente, y todos, fuera de cinco, depusieron las armas, quedando, por tanto, restable– cida la paz y tranquilidad en la población de Santa Rosa. En varios de los sermones de misión fné general el llanto del auditorio; pero con particularidad en el del perdón ele los enemi– gos, en el cual necesariam.mte debía cargar la mano, fué el llanto y la eonmoción extraordinaria. Aquí se desarrolló una escena altamente conmovedora y edificante, y fué cuando todos, consternados por la predicación del Misionero, se piclie– ron perión unos a otros; vióse al General Don Antonio Sola– res, ponerse de rodillas ante sus soldados pidiéndoles perdón . flolamente un hombre que es tenido por santo, como lo era el P. Esteban, podía hacer semejantes maravillas . La misión duró 24 días; se dieron 3,400 comuniones, y se legitimaron 100 matrimonios de personas de mal vivir . La función de des– pedida, juntamente con la Bendición Papal. que se dió el 31 ele Enero, tuvo que celebrarse en la plaza , pues había un con– curso que pasaba de 5,000 personas . (1) Hom., I , 13.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz