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Su apostolado en la Amé?'ica Centrnl 261 IV Luego de llegar al pueblo del Tejar, hizo por la mañana la plática de apertura de la santa misión, con sermón sobre las verdades eternas, a fin de ganar tiempo, concurriendo bas– tante gente. También este pueblo era de los que gozaban de peor fama en la República, y en verdad que la tenía bien adquirida, pues segtín dice nuestro celoso Misionero, eran fre– cuentes los robos, los asesinatos, y otros crímenes horrendos, y por remate de todo esto, casi todos sus habita::ites vivían o amancebados o divorciados de sus mujeres. Pues bien, este pueblo ¡quién lo creyera! en ocho días quedó transformado como por ensalmo. Los que no estamos acostumbrados a ver estas maravillas de la gracia, apenas podemos dar crédito a estas conversiones tan radicales en personas inveteradas en sus vicios por mucho tiempo. Mas no por eso es ello menos cierto, pues no quedó ninguno en mal estado, y continuó des– pués siendo mejor que los demás pueblos. Las comuniones fueron 700. El día 17 de Julio clió la Bendición Papal, saliendo al siguiente día para otra misión, que fué la ele San Agustín de Zumpango. Después de celebrar en el Tejar, intentó salir con su compañero sin que lo advirtiese la gente, sin duda porque conocía sus deseos de acompañar a los Misioneros hasta el lugar donde iban a dar la misión, a fin de evitarles un viaje que podría acarrear alguna desgracia, a causa de la distancia y de los malos caminos, pues aquella misma noche había llovido. Mas en vano, porque muy pronto advirtieron la salida ele los Misioneros, y como estaban entusiasmadísimos y llenos de fervor divino, corren tras ellos lleva::ido el palio, les dan alcance y les suplican ardientemente que les dejen llevar la Divina Pastora bajo palio hasta la mis:ón de Zum– pango, no pudiendo menos los Misioneros de condescender con los deseos de aquel devoto pueblo. Fueron cantando ver-

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