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SiL apostolado en la Amfrica Central 251 Ilmo. y Excmo. D. Antonio Claret, Arzobispo ele la dicha Isla), sabiendo nuestra fundación en Guatemala y anhelando como verdadero Capuchino vivir y morir en un Convento de la Re– ligión, se nos presenta a últimos de Octubre del mismo año de 1856, y enterado ele nuestra vida común y observancia regular, queda con anuencia del Ilmo. Sr. Arzobispo, nuestro Visitador, agregado a nuestra pequeña religiosa familia. El concurso feliz del P. Esteban, adjunto al ele los demás Padres de este convento, empezó a pronosticar a nuestra Religión prósperos y felic~s sucesos, singularmente saludables por su influencia en el Estado o República de Guatemala.» II Como su gran deseo ele v1v1r en co.municlad y seguir la obs~rvancia regular era lo que le había impelido a abando– nar la Isla de Cuba y trasladarse a Guatemala, fácilmente se explica el fervor conque este perfecto religioso se dedicaría a la oración y demás ejercicios de la vida capuchina, a fin de reparar las quiebras que hubiera podido sufrir su espíritu con tantos años de apostolado, y de prepararse mejor para los mu– chos trabajos q ne le aguardaban en el ministerio de la salva– ción de las almas, conforme ordenan nuestras constituciones a los Misioneros. Así estuvo mes y medio, hasta que lleno del Espíritu del Señor, descendió del Monte Santo de la oración, cual otro Moisés del monte Sinaí, a anunciar a los pueblos las verdades evangélicas con tanto fruto que no puede menos de causar gran admiración. Empezó sus correrías apostólicas por la villa de Escuintla, capital del Departam0nto de su mismo nombre, uno de los 22 en que se halla dividida l1r República de Guatemala, distante 14 leguas de la capital. Debidamente autorizado como Presi– dente de las misiones, por el Ilmo. Sr. Arzobispo, que lo era el Doctor D. Francisco García Peláez, para dispensar servatis servandis en cualesquiera impedimentos en orden a la cele_ bración de matrimonios, salió el 16 de Diciembre del año de