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Sii apostolado en la América Centi-al 249 Antes de comenzar a referir las misiones que nuestro Pa– dre Esteban dió en la República de Guatemala, vamos a rese– ñar brevemente la fundación del Convento de Capuchinos de Belén en la Antigua Guatemala. Dos de los Padres, llamados Joaquín de Valls y José María de Mondragón, que habían ido a Venezuela en la misma expe– dición en que fué nuestro Misionero, según dejamos rela– tado en el capítulo segundo de esta historia, fueron destinados a las misiones de Río Negro, y en ellas trabajaron en civilizar a los indígenas con tanto celo y ardor, que en pocos meses redujeron a 2,000 de ellos, contándose entre éstos un cacique o rey que tenía once mujeres. Como se opusieran con santa libertad al comercio despótico que de estos infelices hacía un comisionado, éste les movió una fuerte persecución que les obligó a huir. Refugiáronse en Nueva York, y de aquí pasaron a Guatemala, el año de 1844, desplegando en esta República el mismo celo que en Venezuela y edificando a todos con su buen ejemplo, de tal manera que en poco tiempo supieron captarse las simpatías y el afecto, no sólo del pueblo, sino también de las autoridades, así eclesiásticas como civiles, las cuales, sabedoras de los grandes beneficios que los Misioneros repor– taban a la República de Venezuela, no sólo en el orden reli– gioso sino también en el político y social, habían acudido ya a Su Santidad, pidiendo Misioneros. En efecto, el Rmo. Pa– dre Fermín de Alcaraz que, como dijimos antes, era Comi– sario Apostólico de los Capuchinos de España, a ruegos de S. S. Pío IX, ordenó al P. Ramón de Murieta, Prefecto de las Misiones de Venezuela, que de esta República enviara seis Padres a la de Guatemala. Disponíanse a partir, cuando per– catándose de ello la ciudad y los pueblos, alborotáronse de tal manera que el Gobierno de Venezuela tuvo que impedir la embarcación y escribió un oficio a Su Santidad y otro a nues– tro Rmo. P. Comisario para que se revocase dicha orden, como se verificó, quedando frustrado este primer intento. Entonces el P. Joaquín de Valls ideó otro medio para llevar a cabo la fundación, cual fué embarcarse para España,

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