BCCCAP00000000000000000001226

Sus p1'irneros años 19 al reo eran inútiles, subió a última hora acompañado de su P. Lector, como era muy natural; y que una vez convertido, corrió su reconciliación por cuenta del mencionado Padre, pues en este tiempo aun no había terminado la carrera ni es– taba aprobado para oir confesiones. Hay que advertir que, como antes hemos indicado, la mencionada benéfica Asocia– ción de Caridad había solicitado del P. Guardián de les Capu– chinos que nuestros religiosos se encargasen de la instrucción moral y religiosa de los desgraciados presos que penaban en las cárceles, destinando a este fin algunos religiosos en los días en que fuesen avisados por dicha Asoeiación, a lo cual accedió el P. Guardián; y así lo hacían, no siendo de extrañar que nuestro P. Esteban, como otros Padres estudiantes, hu– biera desempeñado este oficio algunas veces cuando los Padres Predieadores se hallaban muy ocupados. Por lo demás, este suceso extraordinario no es un hecho :aislado y solitario en la vida de este célebre misionero, como si fuera efecto de un extraordinari I fervor juYenil, que mu– •chas veces llega a entibiarse con el transcurso del tiempo, no; sino que fué la primera de una larga serie de conversiones ,extraordinarias que se verificaron en los años de su apostola– do, repitiéndose muchas veces actos de celo de esta clase por la conversión de los pecadores, como tendrá ocasión de ver el lector en esta Vida, siendo acaso más las que no han llegado a nuestra noticia. V Antes de terminar su carrera, vióse obligado a abandonar su amado convento, siendo la causa de esto el que al poco tiempo de haberse cometido el asesinato de los Frailes en la Corte, fueron expulsados los Capuchinos de Pamplona, tenien– do que desalojar el convento el día 5 de Agosto de 1834. Por disposición de los Superiores, pasaron los estudiantes que componían el curso de Teología, con su P. Lector, al con– vento de Vera, a fin de refugiarse .en aquellos apartados y soli-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz