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Sii apostolado en Cuba 185 -desigualdad debieron manifestarla , porque tampoco es posible valerse de partidas de bautismo, ya por el excesivo número de gentes de mala vida , cuya conciencia es preciso arreglar, y ya también porque, si son forasteros de la parroquia, hay que buscar esas partidas en otras, y siempre con el riesgo, por des– .gracia, de que no aparezcan, como sucede de ordinario; todo lo -0 ual me obligó a dictar un auto de visita en el Cobre al prin - ' cipio de la misión, por el cual dispensé durante ella la presen- tación de estos documentos supliéndolo con un informativo extrajudicial de cristiandad. Este y otros inconvenientes se salvan con las amonestaciones, por cuyo medio se descubre -c ualquier impedimento, y como de ellas ninguno resultó ni canónico ni civil , en el caso presente la responsabilidad de los Misioneros quedó completamente a cubierto . Y como no es -cierto que Milán y Pavón opusieron la menor resistencia , tam– poco lo es que acudiese Adoain a la igualdad de razas como recurso para reducirlo:;;: por tanto, la inculpación es una -calumnia. Respecto de D. Antonio M.ª Céspedes, D. Genaro Urrutia y José M." Tamayo, que es un negro cortador, de muy mala conducta en todos sentidos, en atención a los malos informes que contra ellos resultan, aconsejó el Capuchino al Pedáneo que hiciera p.e modo de sacarlos del partido para que -no siguieran escandalizando . Esto y no más hizo ; pero supo – ner siquiera que los desterró él mismo, es un cargo que por lo ridículo y risible ni siquiera puede suponerse . No será nada -de extraño que en una larga lista de proclamados y amonesta– dos sacada de las de concubinarios, se hubiera incluído sin borrarlo el nombre de D. Antonio Céspedes, pero esto ni es cargo ni significa nada, ni merece la pena de pensar en ello, siempre que no se pruebe que, incurriéndose en el error y advertido, no se trató de enmendarlo. »Se niega asimismo que el Padre Capuchino excitase al Pedáneo a levantar auto de proceso contra Santisteban y Acosta. Lo cierto es que en obsequio ele los hijos desgraciados de estos contubernios trató de reducir a ambos sujetos a obli– :garles por escrito a pasarles los alimentos, ya que debían sepa-

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