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Sii apostolado en Cuba 183', »Ni es menos gratuita la otra acriminación relativa a de– clamar contra las ordenanzas vigentes acerca del trabajo de– los esclavos en los días de fiesta. En sus explicaciones doctri, nales sobre esta materia, si dicen algo es combinando lo dis– puesto por la ley en obsequio a los esclavos, y no de los señores, con la práctica del precepto divino que sin una justa causa, como la que motivan esas leyes. ningtín reglamento– humano puede alterar; y cuanto se afirma de Adoain y de sus compañeros en otro sentido, carece de fundamento -. ¿.Y qué diré de las ideas de igualdad de raza que suponen también vertidas? Sobre esto debo advertir a V. E. que al comenzar mi Santa Misión les dí mis reglas de predicación a qué atenerse y les previne expresamente la manera con que– debían pasar sobre ascuas, cuando explicasen el tercero y cuarto mandamiento que con estas materias se rozan, me consta que mis precauciones se cumplen; y no extraño que se– acrimine a Adoain o a cualquiera de sus compañeros sobre– ello: porque a mí mismo se me ha incluído desde un principio y siempre en este anatema, a pesar de no haber salido de mi boca expresión alguna de esta especie. Hasta un periódico revolucionario de Nueva Orleans, titulado La Ve'Y'dad, se– atrevió, el 30 de Agosto próximo pasado, a inse:·tar un comu– nicado lleno de calumnias contra mi persona y mis dignos compañeros, suponiendo entre otras lindezas esa predicación o enseñanza al pueblo de la igualdad de las razas, alcanzando– el anatema al digno General Medinilla por sus supuestas sim– patías hacia la raza de color. Bueno es que V. E. pare un poco la atención sobre esta consideración: bueno es que observe· que en el anatema entramos todos; bueno es que recuerde lo que en mi carta confidencial escribí a V. E.; bueno es que note que esos cargos salen de uno de los focos de la rebelión anexista; bueno es que advierta que los que abogan por la rebelión y trabajan contra el orden y fidelidad de la Isla, lejos. de esperar nada de los Misionero::;, los reconocen en gran manera perjudiciales al logro de sus maquinaciones. Y nada importa que, en primer término, aparezcan tal vez algunos.

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