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182 Vida del P. Acloetin sino de la ley divina y de la propia conciencia; aparte de esto, repito, mis Misioneros, incluso el P. Adoain, cuya ciencia en materias de moral me consta, llegan hasta donde deben y dejan por su parte a los concubinarios en plena libertad de casarse o separarse. Decir lo contrario es empeñarse en desauto– rizar la misión por fines más o menos encubiertos. Ni es menos incierto que el P. Adoainjuzgue por sí que tales o cuales suje– tos viven amancebado3; el público es el que los acusa, porque el desenfreno de la Isla en esta parte y el descaro de los que así viven, es superior a toda ponderación; la mejor prueba de ello son los nueve mil matrimonios de esta especie que llevo autorizados en año y medio de ímprobo trabajo. Ma1:; no es esto solo, sino que Adoain y todos los Misioneros se atienen a las listas que les presentan, no ya el Párroco, sino los mismos pedáneos. ¿,Cómo puede suponerse entonces que atropellan o desacreditan a inocentes juzgándolos desarreglados en sus costumbres? Culpen estos d Capitán Pedáneo o Teniente Go– bernador que los delata, culpen al público que los señala con el dedo; diré mejor, culpen a su conciencia que los acu.::;a y a su escandaloso proceder que los pone de manifiesto; pero no al ministro del Señor que ahora aconseje, ahora amoneste, ahora conmine, nada más busca que la gloria ele Dios por la conversión ele los pobres pecadores. No dig·an, Excelentísimo Señor, que ofenden los Misioneros el pudor con expresiones impropias ele los que por desgra~ia tal vez tienen escandali– zado al p1rnhlo con sus desórdenes y sobre todo no se use ese lenguaje hipócrita en un país er:. donde no se conoce el pudor, porque el amancebamiento es el estado normal; porque el desarreglo de costumbres en este punto, alcanza hasta los pri– meros años de la vida; en un país donde la pública desnudez no causa rubor, donde por esta misma razón la diferencia de sexos no es un misterio impenetrable a la tierna infancia, donde ..... pero ¿ºqué digo'? si V. E. fuera confesor y misioner(} comprendería aún mejor lo ridículo de semejante culpación . Paso adelante y lo dicho bastará a V. E. para formar un juicio imparcial y acertado.

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