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180 Vida del P. Adoain porque su fin es el mismo, el bien de la sociedad; porque cuentan con la misma confianza, la del Gobierno de S. M.; porque su propósito es igual, reformar las costumbres gran– demente viciadas y corregir abu¡::os inveterados, porque su responsabilidad ante Dios y los hombres es muy parecida; te– reible como rectores de sus semejantes, cada cual a su manera~ en fin, porque la delicada situación actual de la Isla exige de– los primeros fnncionarhs más templanza y cordura que de or– dinario, más solicitud en caminar acordes, más recelos de ser· envueltos inocentemente en redes artificiosas y más conformi– dad de miras para el porvenir. Así se da a la moral y a la reli– gión toda la importancia posible para ganarse los coraz:mes y se combinan sabiamPnte estas armas con la energía y robus– tez de que nunca debe hacer tanto alarde un buen Gobierno como en circunstancias extraordinarias. Todo debe ceder a estas elevadas miras, y si en las mutuas relaciones de ambos. poderes aparece cualquier estorbo, conviene removerlo rese1·– vada y prudentemente, sin chocar, porque el ruído pone ar enemigo sobre aviso y la menor discordancia es para él un· principio de victoria. »Sentados estos principios, cuyo peso e importancia dejo a la ilustración de V. E., paso a hacerme cargo de la rr:anerl% posible de todo el contenido de su comunicación. »Casi todos los cargos a que se refiere V. E. se dirigen expresamente contra el Misionero Capuchino Fr. E»teban de Adoain, religioso intachable en su doctrina y condnck, y a más de esto, incansable en el púlpito y confesonario, y en su solicitud para el arreglo de costumbres. Asociado a mi □isión por circunstancias que no pueden creerse casuales, sino provi– denciales, cuando comenzaba mis tareas apostólicas, le -vigilé, le tuve a mi !ario. le probé de muchas maneras y me persuadí de la feliz adquisición qne hice en su persona, y los buenos re– sultados de sus continuos afanes vinieron a justificar el juicio– que de él formé. Y aqní debo advertii· que sus antecedentes no son los que se suponen. No me toca calificar su salida de la Habana; yo sé, sin embargo, que allí se adquirió enemigos.

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