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166 Vida clel P. Acloain gerar el país; .por lo que, auxiliándonos, no sólo prestará S. E. un servicio a Dios y a su Religión, sino también al Gobierno de S.i ¡M. que tanfelizmente desempeña. Con esta ocasión etc.>) ' VII Volviendo a enlazar el hilo de nuestra historia por lo que atañe a los trabajos de este infatigable Apóstol, vamos a refe– rir el Triduo que se celebró en Bayamo con motivo de ha– berse cebado el cólera en E'sta ciudad, donde poco antes había predicado con el Sr. Claret una célebre misión. Deseoso ele asistir a los coléricos y dispuesto a peder su vida por el bien espiritual de sns hermanos, esr.ribi -:5 con fecha 5 de Diciembre al señor Vicario, Juez eclesiástico de Bayamo, incluyéndole otra carta para el señor Gobernador Civil. Manifestaba a ambos el gran deseo que tenía de servir a los apestados, y que co este fin esta~a dispuesto a trasla– darse a la ciudad, teniendo p1·esente el reducido número de sacerdotes hábiles para tan numerosa población. El Vicario contPstó por los dos diciendo que él, por su parte, le ofrEcía su casa y se alegraría mucho de qne fuera, pues había días en que morían 20 o más del terrible azote; mas refiriéndose al Gobernador añadía: «El Gobernador me dijo, después que leyó su carta, que por su parte le daba las gracias , pero c_ue no convenía que el Capuchino viniese, porque asustaría al pueblo y aumentarían los muertos. » Este Gobernador fué el que le acusó a la Audiencia de Puerto Príncipe, y, por tanto , era enemigo del P. Es:eban; mas como éste no temía sino a Dios, ni buscaba más 1 ue la salvación de las almas , y sobre todo, las de los pobres atacados de la epidemia, aceleró su marcha , saliendo el día 13 de Gigua– ni y llegando el mismo día por la maüana a Bayamo. los ene– migos de las santas misiones estaban llenos de orgullo y vani– dad por c1·eer conseguido el triunfo en vista del calumnioso dictamen del Fiscal, y aun había muchos qu e le crefan ya desterrado de la Isla; por todo lo cual la llegada del Capu-