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----------------------- - ------ ·- Sn apostolado en Cuba 165 Sin embargo de mi recto y laudable proceder, ¡cómo he sido tratado por la Real Audiencia de Puerto Príncipe y por algu– nos hombres viciosos y escandalosos! Igualmente han proce– -dido mis familiares, reprendiendo los vicios, exhortando a las virtudes y enseñando a todos la obediencia a las Autoridades, según las instrucciones que les tengo dadas, y no obstante no haberse apartado jamás del camino que les tengo marcado, en los días que he estado fuera de la ciudad de Saútiago de Cuba, a pesar de lo que han hecho para consolar a los cubanos de las desgracias de los temblores, son tantas las calumnias que les han levantado, que causa horror ver el recurso que han forjado; pero no le extrafiará a S. E. tanto, si atiende a lm; sujelu::s que las han formado y firmado, homhr·es m::i.los y :=i.mancAh::irlos, algunos de ellos encausados ptll' asuntos políticos; y para que S. E. los conozca, aquí pongo algunos: Don Francisco Cas– tillo Moreno, abogado, casado, pero amancebado y eneausado; Don José Fornarín, . soltero, amancebado con una casada y encausado; Don Jorge Milanés, licenciado, amancebado, y encausado (estos tres el Gobieno los tiene con nota de anar– quistas); Don Es tetan Estrada, abogado, casado, divorciado y amancebado . Estos cuc1.tro son los que han forma.do el recurso pero no lo han fi.l'mado . »Los firmantes son los siguientes: Don Rafael Contador, Receptor de Rentas Reales, amancebado; Don Jesús Tamayo Flute, Capitán de Partido, amacobado; D. faimo Arbós, Te– niente de Partido, amancebado; Don Raimundo Comas, Teniente de Partido, amancebado; Don Lorenzo Miravent, .amancebado; Don Francisco Puig, amancebado . Estos son los principales, los otros los omito, y sólo pongo estos para que sepa S. E. quiénes son los que nos persiguen. Como ve, todos son inmorales y algunos encausados; y hombres de esta natu– raleza a mí rne parece que de ben ser vigilados y enfrenados por el Gobierno, el cual de ninguna manera puede permitir que así insulten y persigan la Santa Misión que estamos des– empeñando, no sólo como ministros de Dios, sino también como enviados por el Gobierno Superior de Madrid para rriori -