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Su apostolado en Cuba 163 todo auxilio, y dar al mismo tiempo una pe1:ueña mis10n. Así lo hizo,. y no por cierto en vano, pues luego de llegar al punto donde habían escogido para dar la misión, les avisaron que pasasen e::. auxiliar algunos enfermos del có lera; fné corrien– do, y en menos de ~ma hora confesó y administró la Extremaun– ción a nueve de ellos. Aquí se peesentó a su vis ta el espectáculo más cunmovedor y desgarrador . En una miserable casucha halló nueve enfermos, todos del cólera, los unos echados sobré .el duro suelo, los otros sobre desnudas tablas colocadas en tie– rra y expuestos a todo viento e intemperie. De ellos, dos, marido y mujer, ancianos, los r3stantes niños y niilas de cinco a diez años. Excitados al dolor y al arrepenti– miento de sus pecados, les dió la absolución y administró la Extremaunción, y, excepto el anciano, todos mi:rieron. Aqüella misma tarde de su llegada, enarboló el estandarte de la Divina Pastora de las almas, para dar principio a la mi– sión, y puso todo el Partido bajo el amparo y protección de María Santísima, suplicando misericordia para que cesara la peste, y ¡cosa rara y admirable! desde entonces ·comenzó a dis– minuir el terrible azote. Al otro día visitó su compañero a los enfermos, confesó a 14, administró la Extremau:ición a 12, y puede decirse que ya no ocurrieron más casos en todo el Partido. En esta misión, ·que duró seis días, se dieron 428 co– muniones y se regularizaron 10 mateimonios; el último día, que fué el 12 de Diciembre, se colocó la Santa Cruz y se dió la Bendición Papal, después de lo cual se retiraron a Giguani, pero con intención de seguir camino de Bayamo, pues en Jarey les habían ponderado mucho los estragos que hacía el cólera en aquella ciudad, y como en Giguani les confirmaron en dicha opinión, salieron el día 13 para Bayarno. Aunque en el Capítulo siguiente vamos a tra;ar de las per– secuciones del Siervo ele Dios en Cuba y de la g loria con que el Señor le sacó de ellas, creernos con todo, que no será fu era de propósito adelantar aquí algo acerca de ellas, para que mejor pueda apreciarse su segunda ida a Bayamo. Con motivo de la misión que había dado en Cauto el Em-