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162 Vida del P. Adoain »Giguani era un erial, un semillero de lujuria, y Dios no quiso enviar la peste hasta que viniera la misión y se con– virtieran. ¡Oh infinita bondad! Hacía tiempo que desolaba sus alrededores y respetaba esta Parroquia; se veía atrincherada en Contramaestre, Palo Picado, Cobre, haciendo los mt'is horro– rosos estragos, y no parecía sino que no se atrevía a entrar en esta vasta posición. iPor qué? Porque no estaban dispuestos; mas desde el momento en que volvieron en sí. para él los ha querido recoger, antes que se pierdan. ¡!Josa rara! E_l golpe principal fué contra los amancebados. No hacían má& que casarse y a la noche muchos se hallaban en la eternidad; otros se confesaban para separarse, llegaban a sus casas, los atacaba el cólera y los llevaba al sepulcro. Muchos. mentecatos d~cían que el cólera morbo no atacaba sino a cierta clase de perso– nas; pero se vieron burlados, porque no ha respetado a nadie; así es que lo mismo se ha llevado de una clase que de otra. » Los muertos pasaron de 200 en solo el recinto de la pobla– ción. Lo mismo aconteció en los Partidos, pues en sólo el Cuar– tón del Cacao, Partido del Ojo de Agua, hubo día de haber muerto hasta doce y catorce; en pocos días murieron cinc-:.1enta y dos mujeres y quince hombres, pero casi todos confesados en la misión de Santa Rita y demás misiones. ¡Oh miseri– cordia divina! VI Felizmente terminada la misión que había dado en Gigua– ni, pensaba trasladarse a Bayamo con el fin de asistir y servir a los coléricos, pues había oído que la epidemia causaba mu– chas víctimas en dicha ciudad; mas como en la misma tarde del 5 en que iban a emprender el viaje les aseguraron que en el Partido de Janey, jurisdicción de la Parroquia de Giguani, se había declarado el cólera de un modo horroroso, pues en sól0 aquel día habían fallecido atacados de dicha epidemia diez u once personas, dejando por entonces a Bayamo, deter– •minó marchar para asistir a estos pobrecitos desamparados de

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