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Su apostolado en Cubct 159 los cuales hicieron. grandes estragos en toda la Isla, y lleuan– do de terror a sus habitantes, contribuyeron a despertarlos del letargo en que yacían, como les decía el V. P. Olaret, con estas palabras: «Durante los temblores y el cólera se confesa– ron muchísimos que no lo habían hecho en la santa misión, pues muchos pecadores son como los nogales, que no dan fru– to sino a palos. No puedo menos de bendecir a Dios y darle continuamente gracias por haber enviado oportunamente el cólera o la peste, pues conocí con claridad que eran efecto de su misericordia adorable. En aquella epidemia, para bien morir confesáronse muchos, que, como repito, no se habían confesa– do en la santa misión; otros que lo habían hecho habiéndose de veras convertido, se habían precipitado otra vez en el abis– mo de sus culpas; mas Dios, en aquella calamidad, les tocó el corazón y se convirtieron; murieron, y en el día de hoy se hallan en el cielo, y a no haber sido la epidemia hubieran recaído y muerto en pecado mortal condenándose para siempre. ¡Ben– dita y alabada sea la misericordia y bondad de Dios nuestro buen Padre, Dios de consolación y ele clemencia!» La verdad de estas palabras del Señor Arzobispo se ve comprobada en lo que aconteció en esta misión. No puJo presentarse más oportunamente el cólera en la parroquia de Giguani, pues se descubrió el día 16 de Noviembre, en que había llegado nues– tro Misionero. Habiéndose cebado hacía tiempo en los alrede– dores de esta Parroquia, no parecía sino que una mano pode– rosa lo detenía hasta que llegase la misión. Este día hubo dos cásos, al siguiente hubo 11 muertos de la terrible epidemia, y así sucesivamente fué aumentando el número de atacados del cólera y de defunciones, en tanto grado, que en el espacio de 12 días murieron solamente en el recinto de la población más de 200 personas, lo cual fué por cierto cosa bien horrible y espantosa, tratándose de un pueblo tan reducido como Gigua– ni. Con esto se apoderó de sus habitantes un terror pánico y una grandísima consternación, llegando éstas al colmo cuan– do el día 26 del mismo mes a las 3 de la mañana se dejó sen– tir el terrible terremoto que tantos estragos causó, principal-
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