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152 Vida del P. Adoain tendía por todo el Partido la noticia de los Misioneros del Dátil. Acercábase el día de la comunión general, y como el Siervo de Dios observara que, con relación al crecido auditorio, eran muy pocas las personas que se acercaban al Sacramento de la penitencia, les dijo con aquella santa libertad y sinceri– dad que caracteriza a los enviados de Dios «que si no acu– dían en mayor número a confesarse, los iba a dejar para marcharse a dar la misión en el partido del Horno, qu,3 era otro de los pertenecientes a Bayamo.» He aquí come- ha– bla un hombre cuyo corazón se halla inocente. Estas pala– bras fueron causa de que se corriera el velo misterioso de la repugnancia de aquellos habitantes a la confesión, descul::rién– dose que la causa no era otra que la prevención que contra él tenían por las calumnias que se le habían levantado; pues aquí, lo mismo que en Cauto el Embarcadero y que en todas par– tes, los enemigos de las Misiones trataron de desacreditar al célebre Capuchino. ¿,Pero de qué manera'? De la manera más baja y vil, propia de almas brutales, ruines y venales. ' Nada es de extrañar que sintieran repugnancia a confe– sarse con un hombre, del cual, como antes hemos dicho, afir– maban que publicaba lo que oía en la confesión, y que había perteneci<lo a los facciosos, etc., etc. Mas tan pronto como se desengañaron de que todo cu~nto se había dicho del Padre Capuchino no pasaba de ser una pura calumnia, todos se apresuraron a confesarse, y en vaios días comulgaron 448 personas, número considerable si se tie– ne presente lo reducido de esta población y sobre tod'.) la guerra que se hizo a nuestro Misionero y su obra, pues además de lo dicho, escribe el P. Olaret, refiriéndose a esta misión, en una carta del 4 de Noviembre del año de 1852, el siguiente párrafo: «En el mes pasado se dió misión en el Par– tido del Dátil, y un amo envió orden al Mayoral de los escla– vos que allí tenía diciéndole que al esclavo que fuese a oir la misión se le diesen cuarenta azotes», palabras que ponen de manifiesto la oposición de que fué objeto la misión, no menos que la inicua tiranía que algunos amos ejercían sobre los esclavos.

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