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150 Vida del P. Adoain El Capitán presentó la lista de amancebados; mas consul– tando con personas de absóluta confianza, que siempre S'3 ha– llan en semejantes casos, averiguó que faltaban en la lista los comerciantes, todos los cuales tenían sus concubinas. debiendo ser éstos de los más rebeldes que encontró en sus misiones, pues el Teniente Gobernador de Bayamo elevó la queja de 15 comerciantes de este Partido a la Real Audiencia de Puerto Príncipe, y el fiscal de S. M. dió un informe muy desfa7ora– ble a nuestro Misionero, acogiendo como verdaderas las calum– nias de todos los malvados. Llamólos a todos, tanto a los que estaban en la lista como a los que no lo estaban, y de– seando insinuarse en ellos para ganarlos a todos. les hizo ver que la misión miraba no sólo al bien espiritual de sus almas sino también al bienestar y prosperidad del comer– cio. Con esto no se mostraron abiertamente hostiles a la mi– sión por entonces, y al fin pudo terminarla con los frutos arriba mencionados. La función de despedida fné el día 29, festividad de San Miguel Arcángel; colocóse una hermosa cruz de nueve varas de alta delante de la casa donde se verificó la misión, y dióse a continuación la Bendición Papal. Al día siguiente regresó a Bayamo a esperar al señor Arzo– bispo, quien había escrito que volvía nuevamente, después de consolar a la ciudad de Santiago de Cuba, a fin de evacuar algunos asuntos que había dejado pendientes cuando é.ió la misión en la ciudad. Al saberse la noticia de su vuelta, se conmovió toda la ciudad, los unos por la extraordinaria alegría que experimen– taban al ver otra vez en medio de ellos a su amado Pastor, y los malvados, llenos del terror pánico que se apoderó de ellos, sin duda, por el recuerdo de los terribles anatemas que en la misión había lanzado contra algunos enemigos de la cruz de Cristo. Salióle a recibir la población en masa, entran– do en ella el Santo Prelado Claret en medio de atronadores vivas y aclamaciones. Tal es la fuerza y el mérito que en todo tiempo tiene la virtud, que se hace respetar aun de sus más encarnizados enemigos.

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