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Sii apostolado en Ciiba 137 Como el Señor Arzobispo había anunciado que llegaría el día 14 a hacer la Visita Pastoral y administrar el Sacramento de la Confirmación, y com > los Misioneros les dijeran que no admi– tían para padrinos a los que vivían en mal estado, y que la comu– nión genernl no se celebraría hasta el día 18, para lo cual de– bían antes ponerse en gracia de Dios confesándose y casán– dose, fueron tan dóciles y se llenaron de tanto entusiasmo, que de todas partes corrían en tropel a proclamarse, confe– sarse y casarse, a fin de poder comulgar y ser confirmados. Como puede suponerse de unos cristianos tau bien dispues– tos, el Señor Arzobispo fué recibido el día 14 con grandes demostraciones de alegría y de entusiasmo. La misma tarde se puso a confirmar, y después, en los días siguientes, siguió con– firmando también desde las once de la mañana hasta más de la una de la tarde. La concurrencia al confesonario era tal, que a pesar de dedicar al confesonario todo el día todos los sacer– dotes, incluso S. l., quedaron muchos sin poder confesarse. La primera Comunión fué tan concurrida, que tomaron parte en ella 2.200 personas. Después daban la Comunión todos los días y comulgaron más de 4.000 personas. El S3ñor Arzobispo predicó tres días y la víspera de su salida de las Barrancas, esto es, el 22; el concurso fué siempre creciendo, de modo que todos los Partidos quedaron sin gente. Viendo el Santo Pre– lado, dice el P. Esteban (1), los deseos y el fervor de esta gente, no cesaba de b füdecir a Dios, que con su divina gracia así atraía los pecadores al redil de Jesucristo; pero, sobre todo, se llenaba su corazón de alegría inexplicable al ver el movimiento que había en los amancebados para salir de su mal estado contrayendo matrimonio; lo cual no era de extrañar tratándose de un Pastor tan celoso de la salvación de sus ove– jas como era el P. Claret. Así, el día 16 contrajeron matri– monio 70 de aquellos amaneebados, y 79 el día 17, en presen– cia de S. l.; los demás días se casaban 20, 30, 40 y aun en mayor número. Puédese, pues, afirmar que en ninguna otra misión se (1) Manuscritos del P. Esteban.
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