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Sn apostolado en Cuba 135 en que, movidos por la predicación del celoso Misionero, se proclamaron más ele 100 amancebados. Anunció la Comunión general para el 4, día para el cual debían, por tanto, verificarse todos los matrimonios; tan dóci– les se mostraron a los consejos del Misionero, que se casaron 131 amancebados antes del citado día, Comulgaron con gran fervor 500 personas. Para coronar la Misión llegó S. I. el día 5 por la mañana, conforme lo había avisado, confirmando en aquel día 809 per– sonas. Como estos pobres montaraces jamás habían visto obispo, ni asistido a ninguna misión, ni confirmación, se des– pobló todo el Partido para ver a su Pastor y recibir el Sacra– mento de la Confirmación, desarrollándose, como puede supo– nerse ternísimas escenas. También en esta misión aconteció con un amancebado un caso, en el que todos pudieron ver un castigo del cielo, sir– viendo, por tanto, de ejemplo para escarmiento de los demás. Don Francisco Martínez vivió amancebado con una señora de la que tuvo seis hijos, y hacía dos años que la había aban– donado para establecer la misma torpe unión con otra, de la cual tenía también una hija. Prefiriendo casarse con esta se– gunda, se proclamó en la misión para contraer matrimonio con ella, mas luego que se enteró la primera, presentóse para ponerle impedimento. Los Misioneros le dijeron que no se le podía obligar a ca– sarse con ella, que es lo que pretendía, y así, él se confesó con intento de casarse con la segunda; iba con ésta a la misión para casarse, cuando de repente se apartó del camino y se arrojó al río pereciendo ahogado. ¡Justos juicios de Dios! Qiialis 1Jita, finis ita. Al día siguiente, esto es, el día 6, volvió S. I. de Giracoa a Jara y con él también marchó nuestro P. Esteban. El Señor Arzobispo se quedó en Jara pasando el Padre con su compañe– ro a dar la misión de las Barrancas o San Fructuoso de las Piedras.

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