BCCCAP00000000000000000001226

Su apostolado en Ciiba 131 fué un suceso trágico, a la luz de otra consideración, a los ojos de la fe, fué una singularísima misericordia ele Dios para con los dos protagonistas. El caso, del que fué testigo toda la población de Santa Cruz, acaecido en esta misión, fué el siguiente. Antonio González, zapatero ele oficio y casado en Guaimaro, hacía como 3 años que, separado de su mujer, vivía en contubernio con una joven llamada Ninfa Escalona, de edad de 19 años. Cuando el señor Arzobispo estuvo en Guaimaro, llamó y amonestó a González. para que, dejando a la joven, volviese a unirse con su leg·ítima mujer. El prometió hacerlo, mas no lo cumplió, como suele suceder con esta clase ele gente, volvien– do a su vida escandalosa. Luego de llegar nuestro Misionero, obligó a ambos a separarse, y ella, tocada de una gracia especial ele Dios, cum– plió lo mandado por nuestro P. Esteban y se separó de él. No así el González, quien sin hacer caso ele sus negativas, iba a buscarla, esperando vencer su resistencia; mas esta vez todo fué en vano, porque ella se resistía, por lo cual él la maltrató y golpeó por no acceder a sus brutales pretensiones, enseñando al P. Esteban las heridas que le había hecho. Como ella estaba arrepentida ele su infame vida, lloró amargamente sus peca– dos, se confesó, comulgó, recibió la bendición, y toda fuera de sí del contento y alegría que experimentaba, estando hablando con una amig·a suya a eso de las diez de la noche, le decía estas palabras: «Si yo tuviera la dicha tle morir esta noche, iría derecha al cielo.» No habían pasado diez minutos desde que había pronunciado estas palabras, cuando entró González en el aposento; la solicitó, negóse ella rotunda– mente, y allí mismo, aquel cruel foragiclo, de una cuchiUada le abrió todo el vientre y cayó tendida en el suelo, bañada en su propia sangre. El Señor había accedido a sus deseos. Aquel cruel y vil asesino salió de la sala del crimen y a los pocos pasos, sin poder resistir los punzantes remordimientos de su conciencia, infirióse a sí mismo una cuchillada mortal, y aun– que siguió su camino, denunciado por el rastro de la sangre,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz