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116 Vida clel P. Adoain co bastante grueso y ramas. Para las doce llegamos al cafetal de Mr. La Mar, en Piloto, donde pernoctamos. En esta hacienda hay árboles de pimienta, cuya hoja es semejante a la del laurel. Aquí nos dieron bestias, salimos temprano y después de haber sesteado en la Venta de Marto, llegamos e] 14 a las siete de la noche a Santiago de Cuba .>> VI Llegado nuestro Misionero a Santiago y estando en víspe– ras de entrar en ejercicios, llegó un aviso a Palacio diciendo• que era necesario que los Misioneros p3sasen a la cárcel para confesar a los presos y disponerlos al cumplimiento del pre– cepto pascual, porque éste se había fijado ya para el día 18, Dominica in Albis, y las autoridades todas estaban invitadas. para el acto, y que, por lo tanto, no era posible diferirse para otro día. En vista de esto, S. I. le encargó que pasase a la cárcel con los PP. Misioneros Subirana, Coca y Sanmartí, y así lo hizo– marchando el 17 por la mañana; mas el Alcaide les hizo saber,. que de los 100 o más presos que había entonces en la cárcel ► sólo querían confesarse 8. A fin de moverlos a confesarse, determinaron reunirlos en et oratorio y dirigirles una plática sobre la necesidad de la confesión. Así lo hizo el P. Esteban, probándoles la necesi– dad de recibir este Sacramento con autoridades de la Sagra– da Escritura y Santos Padres, con argumentos de razón, y, por fin, con algunos ejemplos de casos terribles sucedidos en sus misiones con aquellos que se resistían a recibir este Sa– cramento. No parece sino que presentía lo que iba a suceder,. según lo que después acaeció, Al punto pidieron confesarse, en lo cual se emplearon los. Padres hasta cerca del mediodía, siendo todavía necesario que por la tarde volvieran diez confesores para proseguir la tarea del confesonario.

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