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Vicla clel P. Adoain Desde este momento todo fué viento en popa; a los dos días se presentó el Capitán al P. Esteban a decide que había encon– trado la orden de Mayo , que para él estaba en olvido, y que en su consecuencia había reiterado las órdenes a los Cabos. A los pocos días r~cibió nueva orden del Gobierno como con– testación al Oficio que el Capitán le había dirigido, de la cual orden el Gobierno, noticioso ele los progresos de las misiones y del inmenso bien que resultaba a la Isla, no sólo en el orden religioso, sino también en el social y político, le mandaba que prestase toda ayuda a los Misioneros para mejor conseguir el fin ele las misiones. Con esto quedó el Capitán todo cambiado •en favor de la misión y se ofreció nuevamente y casi temeroso de lo que había hecho, a prestarles todo su apoyo. Sucedió, pues, en esta Misión lo mismo que en los anterio– res Partidos, que cada día fué aumentando el concurso, el cual se componía en su mayoría de gente blanca, pues en esta Parroquia había muchas haciendas. Durante los veinte días -que duró la misión, asistieron con mucha asiduidad a la expli– cación de la Doctrina Cristiana, ele la cual tanta necesidad tenían; rezaban con mucha devoción y fervor el Santo Rosa– rio, quedando satisfechos los Misioneros de la concurrencia de la gente a las misas y a los sermones. El fruto fué correspon– diente a la asistencia, porque se confesó la mayor parte del vecindario, y en las dos Comuniones Generales que se hicieron comulgaron unas 2.000 personas. Una de las veces en que hubo más concurso, les predicó de las ventajas del santo matri– monio en la vida, en la muerte y después de la muerte, de la necesidad de este sacramento para los que vivían en los campos, .Y del deshonor y oprobio del concubinato en la sociedad. Esto solo bastó para que todos corrieran a alistarse, a fin de que fueran proclamados y pudieran recibir este sacramento. En este Partido de Ti-Arriba y en el ele Majogua, limítrofe del pri– mero, que había asistido a la misión, se celebraron 83 matri– monios de amancebados, y los que no quisieron casarse se vieron precisados a abandonar sus concubinas, obligándoles a -ello la autoridad civil, quedando ambos Partidos limpios de

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