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-14- de San Francisco que su luz forzosament~ ha– bía de iluminar todqs los siglos de la Historia. Efectivamente, su misión no co~cluyó con su vida:· Si fué la lumbrera del siglo XIII también lo fué en los poste'riores, máxime por medio de sus hijos de las tres Ordenes, y en nuestros días la per~ona de San .Francisco adquiere todavía mayor relieve y simpatía. Son innumerables las almas que se sienten atraídas al redil de la Igle– sia por el hechizo incontrástable del Serafín de· Asís; y es que su figura, humilde y espíritua– lísima, derrama una luz de redención sobre el cuadro sombrío clel materialismo, ambiciones e injusticias sociales _de nuestra época. Acógete tú, .terciario, a la somb~,a de San Francisco, seguro de hallar en él el más acaba– do modelo en todas las · situaciones de tu vida. Invócale todos los ·días, lee con frecuencia. su santísima vida con el afán de 'imitarle en lo que puedas. PRACTlCA: Rezar los doce Padrenuestros de la Regla, pidiendo a San Francisco que sus- ' cite en~re , sus hijos apóstoles que salven al mundo. , , '.Jnvoca~ionts j oración como el día primero, · . .

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