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de montones de ramas sec::as de los cismá– ticos y herejes, el panorama del campo de Dios que es la Iglesia, repleto de cizaña de malas hierbas de pecadores. Y bajando del monte de la oración se embarcó para tierras de infieles, y, fraca– sado su viaje por Providencia divina, se lanzó al campo de los herejes y al campo cristiano como un segador ambulante siem– pre haciendo gavillas de almas para los celestiales graneros. ¿Por qué no imitar a este hermosísimo modelo de celo apostólico? Si acaso no puedes ser estrella del fir– mamento, ¿no podrás ser lamparilla en tu casa? es decir : si no puedes hacer cosas tan grandes como él, ¿no podrías trabajar por Cristo en el círculo de tu familia o de tus amistades? No puedes, no debes ser obrero parado; tienes que trabajar para que todos amen a Cristo, así te enseña y te lo manda tu santo protector. (Medítese lo leído y pídase la gracia que se desea alcanzar.) EJEMPLO En 1219 dio la Orden de San Francisco los primeros mártires a la Iglesia. Cuando los cinco protomártires iban a Marruecos -23-

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