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EJEMPLO Predicando un día San Antonio la ora– ción fúnebre de un noble rico de Florencia, tomó como tema del sermón aquel texto evangélico: «En donde está vuestro tesoro ·,- está vuestro corazón.» Comenzó el santo su discurso, pero he aquí que repentinamente se detuvo y con voz inspirada y espantosa dijo: «Ha muer– to este rico y ha sido sepultada su alma en los infiernos; id, abrid la caja de caudales y allí encontraréis su corazón.» A estas palabras el auditorio quedó consternado; los parientes corrieron a su casa, abrieron el arca y entre las monedas de plata y oro encontraron su corazón to– davía palpitante: allí donde había tenido su tesoro, allí tenía su corazón. ¿Dónde tienes tú el corazón? ¿en un afecto peca– minoso? procura sacarlo pronto y ponlo en lugar seguro que es el Corazón de Cristo. (El Responsorio como el primer día.) -19-

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