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Margarita, señalándole a San Francisco de Asís- y San Antonio, digno hijo de Francisco, supo imitar a su padre entre– gando todo su corazón al Corazón de Cristo. La Venerable Juana de la Cruz nos re– fiere que un año, en la fiesta de nuestro santo, vió que los Angeles llevaban el alma de Antonio a los pies de Cristo, el cual, mirándole con amor, abrió la llaga de su costado y atrajo hacia sí su corazón, del mismo modo que el sol absorbe toda otra claridad. El corazón de Antonio -di– ce- se me representó como una perla preciosa que llenaba toda la cabidad de la llaga del costado de Jesús, el cual tomó la perla y se la entregó al Eterno Padre para que la mostrase a los habitantes del cielo y la admirasen.> Admírala también tú, alma devota, y procura, sobre todo, copiar su hermosura, enamorándote de Cristo bendito, entregán– dole todo tu corazón. No hagas partijas de tu pobre cora– zón como lo hicieron de su fortuna Ananías y Safira. Entrégate de lleno al divino amor. (M edítese lo leído y pídase la gracia que se desea alcanzar.) -18-

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