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Antonio fue un hombre de fe viva y práctica; toda su vida de apostoiado tuvo por fin defender su fe contra la herejía, en todos sus actos se condujo siempre con– secuentemente con su fe. Toda su vida de ,J;etiro en Monte Paulo la consagró al estu- dio de su fe, en la que llegó a tener tan altos conocimientos que la Iglesia le ha declarado Doctor; San Francisco le con– sideraba tan sabio que por respeto a su saber le llamaba «mi obispo). Habló delan– te de un Papa, y sobrecogido de asombro al ver su ciencia de la Sagrada Biblfa le llamó Arca del Testamento. Predicó ante los sabios de las Universidades y todos acordes le llamaron Maestro, por la profun– didad de sus conceptos y claridad luminosa de la exposición. Fe y ciencia religiosa; he ahí los me– dios por los que tú también puedes entre– gar a Dios tu entendimiento, aviva tu fe en las verdades reveladas, estudia el Cate– cismo y el Evangelio, lee las Sagradas Escrituras. Este es un deber con frecuencia olvi– dado por los cristianos que muchas veces, por ignol'ancia, no saben dar cuenta de su fe y defenderla contra sus enemigos, ¿eres tú uno de ellos? Procura en adelante conocer mejor las cosas de la religión y tener una fe más viva -13-

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