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cuanto hombre, no puede conferir la gracia necesaria para la vida a sus miembros por– que esa gracia por sei: una participación de la vida misma de Dios, no puede ser dada .,. sino directamente por Dios. El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo por la vía de amor, cumple ese oficio; mas como lo hace en virtud de los .. méritos y de la todopoderosa intercesión de Jesús, puede decirse con toda ,erdad que el influjo vital nace de Jesús para llegar a sus miembros porque ¿no es El en -;:erdad la cau– sa meritoria de todos los dones sobrenatura– les- que recibimos y que nos reparte el Esp_í– ritu Santo! (Tanquerey, Almas selectas). LOS DON'ES DEL ESPIRITU SANTO Convencidos de esta sublime doctrina, ¡ cuán grande debería ser nuestra devoción al Espíritu Santo!, ¡ qué intensa nuestra vida con El! Qué cuidado deberíamos tener en pedir continuamente los dones ele ese Espíritu t Divino: Don de Sabiduría: el sabor espiritual, es decir, el sentido de gusto para las cosas ce– lestiales y sobrenaturales: el "recta sápere", el gusto verdadero de la devoción y no la de– voción sensible. Don de Entendimiento: el penetrar pro– fundamente en las verdades de la fe; que la 8o 4
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