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VIDA CON EL ESPIRITU SANTO -.,. Para sostener la caridad o amor de Dios nada tan a propósito como la vida con el Espíritu Santo. ¡ Cuántos cristianos sólo lo conocen de nombre y no saben c6mo obra en nuestras almas! No hay que olvidar lo dicho anteriormen– i> te: formamos un solo cuerpo con Cristo y nos anima un solo Espíritu. (Ep. a los Efe– sios, IV, 4). La presencia de este Espíritu es tan ne– cesaria en nuestras almas que San Pablo llega a decir: "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ese no es de El". (Ep. a los Ro– manos, VIII, 9). Necesitamos recibir ·al Espíritu Santo; de lo contrario no somos "uno con Cristo" por– que en Cristo vive siempre el Espíritu Santo. Jesucristo en la última cena dice a sus • apóstoles : que este Espíritu "suplirá su pre– sencia entre ellos" cuando El haya subido a los cielos. No hay duda de que la obra del Espíritu Santo en nuestras almas es misteriosa: pero también maravillosa. Se llama Espíritu Santo, porque es Espí– ritu de santidad, esto es Santo en sí mismo y santificador a la vez. 76

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